En un ricón del Parque Nacional Los Alerces, en Chubut, se ubica el Alerce Abuelo, un antiguo árbol de más de 2.600 años de edad que es admirado por ojos y cámaras de turistas de todo el mundo.

Para llegar a él se debe realizar una larga travesía, ¡pero bien que vale la pena! El aeropuerto más cercano se ubica en Esquel, por lo que hay que transitar 100 kilómetros hasta la pasarela ubicada sobre el río Arrayanes, cruzar en barco durante una hora y luego caminar otra hasta el acceso al parque.

Allí, de pie e inmutable ante el paso de los siglos y sobre el río Arrayanes, permanece con una gran fortaleza el Alerce Abuelo, testigo de guerras, conquistas, cambio climático, culturas, incendios y volcanes. En definitiva, de una rica y profunda historia tanto natural como social.

El árbol tiene 57 metros de altura y 2,8 metros de diámetro, siendo el segundo más añoso del mundo, solo superado por el Pinus Longaeva (llamado Matusalén) que se encuentra en las Montañas Blancas de California, Estados Unidos.

En este caso, el Abuelo está bien protegido por la Cordillera de los Andes y, a favor, cuenta con estar aislado de los humanos y protegido por las funciones del Parque Nacional, logrando un alto grado de preservación y siendo la frutilla del postre de las 188.000 hectáreas que lo rodean.

De hecho, la zona posee el título de Patrimonio Mundial, siendo el cuarto parque de Argentina en obtener esta definición. Los otros tres son Los Glaciares, el Iguazú y Talampaya.

No obstante, los primeros en reconocer el valor natural y cultural del inmenso árbol fueron los pueblos originarios, quienes lo denominar Árbol Solitario y utilizaban su compañía bajo sus ramas para conectarse con sus ancestros y obtener sabiduría.

Hoy, el Alerce Abuelo no solamente es un antiquísimo árbol, sino también un sitio que enarbola orgullo, historia y magia.