En el sureste de la Península de Quetruhue, en la provincia de Neuquén, se ubica Bosque de Arrayanes, una superficie de 1000 hectáreas que por su belleza, originalidad y naturaleza es mundialmente conocido.

El camino — de cuento — comienza en la entrada del Parque Nacional Los Arrayanes, a metros del muelle de Bahía Brava. Durante los 12 kilómetros de recorrido se transita a través de cohiues, ñires, radales, cipreses y notros. El camino — salvo el kilómetro inicial, en donde se encuentra una pendiente pronunciada — es cómodo y apto para cualquier persona.

Durante el recorrido existen diversos espacios abiertos en donde se pueden reponer energías y disfrutar de las maravillosas vistas que obsequia el lugar. A la altura del kilómetro 9, se encuentra la estancia Quetrihué (que en Mapuche significa “donde hay arrayanes”), propiedad de la familia Lynch.

Aquí ya puede comenzar a verse con mayor claridad el predominio de la laguna Patagua, un árbol nativo propio de terrenos pantanosos. Como dato, su corteza en forma de polvo es utilizada como cicatrizante. Entre la fauna es fácil apreciar patos y una gran diversidad de pájaros.

Cabe destacar, además, que el parque es uno de los únicos en el mundo de este tipo; hace unos años desapareció su “gemelo”, en Japón.

El nombre científico del Arrayán es Myrceugenella Apiculata, y su edad se estima en unos 300 años, alcanzando alturas que varía entre los 18 y 25 metros. Sus flores, blancas y pequeñas, junto a sus frutos color violeta, son utilizados ampliamente en la medicina. Visualmente, brindan un espectaculo en un lugar mágico.

Además, la historia popular narra que fue en este bosque en donde Walt Disney se inspiró para crear una de sus más célebres películas: Bambi.

Foto: Tangol